miércoles, 13 de noviembre de 2013

LA CATEDRAL DE MEJORADA DEL CAMPO, O COMO UNA LOCURA TOMA FORMA




Repasando entradas anteriores, parece que Madrid se limite a todo lo que hay dentro de la M·30, pero la comunidad también ofrece magníficas visitas y curiosidades. Hoy dejamos la Villa y Corte y nos marchamos al pueblecito de Mejorada del Campo, a quince kilómetros de Alcalá de Henares.

Mejorada del Campo es un pueblo tranquilo, con grandes zonas residenciales que rodean un pequeño casco antiguo. Resulta bastante impresionante cuando, llegando a la rotonda que gira de la Calle Miguel Hernandez a la de Antonio Gaudí, te das de bruces con una catedral en obras, arquitectónicamente inclasificable. La Catedral de Nuestra señora del Pilar, proyectada y construida por el vecino Don Justo Gallego Martínez, es sin duda el monumento principal del pueblo y una visita obligada si estás de periplo por la zona de Alcalá de Henares.

¿Pero quién es éste tal Don Justo? Muchos le recordamos por un anuncio de Aquarius donde ya se vislumbraba parte del edificio, pero no es hasta que entras en él que te das cuenta hasta dónde puede llegar un sueño a base de constancia y buen ánimo.

Justo Gallego Martínez nació en 1925 con una devota fe católica que le llevó al monasterio a la edad de veintisiete años, si bien lo abandonó nueve años más tarde. Fue entonces, de regreso en su pueblo y con unas tierras heredadas de sus padres, cuando Justo decidió levantar un templo sin respaldo de la iglesia católica, sin conocimientos de arquitectura, y con tan sólo un par de libros de catedrales de todo el mundo que le servirían de inspiración para la idea que dibujó en su cabeza.




Con tiempo, ganas y la ayuda, primero de sus hijos y luego de vecinos y voluntarios, el proyecto fue tomando forma hasta convertirse en un imponente templo que cuenta con veintiocho cúpulas, dos torres que llegarán a medir sesenta metros, un claustro y cripta. Tanto en el interior como en el exterior queda patente la carencia de conocimientos en cuanto a edificación, de un hombre que no ha estudiado siquiera albañilería, lo que hace temer por el futuro del templo una vez Justo desaparezca. Porque es cierto que hay zonas que no ofrecen mucha seguridad, no hemos de olvidar que se trata de una obra incompleta que utiliza materiales reciclados no siempre en perfecto estado. Pero os puedo asegurar que entrar en ella es entrar en la imaginación ambiciosa de este hombre, en su amor por lo que está haciendo y aceptar la idea de que uno consigue lo que se propone. 

jueves, 7 de noviembre de 2013

DEL POR QUÉ A LOS MADRILEÑOS SE LES CONOCE COMO GATOS

Al madrileño castizamente se le conoce como gato, pero ¿de dónde surge este apelativo?  Para encontrar el origen de este apodo tenemos que viajar en el tiempo hasta el año 1083.
 
Riña de Gatos, Francisco de Goya 1786-1787
En el año 865, Muhammad I, hijo de Abderramán II, mandó fortificar la aldea de Mayrit con una muralla (otro día veremos el origen del nombre de Madrid) de tal forma que, pese a los numerosos intentos, la villa se convirtió en inexpugnable hasta 1083. Es en este año cuando el rey Alfonso VI de Castilla decide conquistar Toledo y se da cuenta de que debe liberar Mayrit con el fin de no dejar ningún bastión en la retaguardia.

Una vez sitiada la villa de Mayrit se dieron cuenta de que les era imposible franquear las murallas. Sin embargo, un joven, que de joven que era parecía casi un niño, había conseguido burlar a los guardias y colarse entre los guerreros del campamento. Fue llevado ante el rey, el cual al preguntar su nombre obtuvo como respuesta: Me llaman Gato. Así era conocido por su destreza a la hora de saltar y escalar muros que para otros eran inalcanzables.

El muchacho se encontró a la mañana siguiente escalando uno de los muros de Mayrit ante la atenta y sepulcral mirada de sus compañeros. Cuando alcanzó una de las torres de vigilancia lanzó una cuerda para que el resto de soldados pudiesen trepar. Así, aquel joven consiguió una victoria para los cristianos aquel día. Así, dicen, se reconquistó Madrid.

Con el paso del tiempo se ha olvidado el nombre de aquel joven, solo se recuerda que cambió su nombre de familia por el de “Gato” y que incluyó en su escudo de armas al felino que le sirvió de inspiración.

Hoy, pese a que en un principio se usaba el apelativo de gato para referirse a un madrileño que tuviese arrojo, se conoce como gato a todo aquel nacido en Madrid. Es más, sólo se es gato, gato si los dos padres de uno han nacido en la ciudad.