Dice nuestro refranero que la
avaricia rompe el saco. La avaricia y los deseos de poder.
Antonio María de Orleans, Duque
de Monpensier estaba destinado a un trono. Hijo del rey de Francia Luis Felipe
de Orleans, su destino real se rompió el día que Isabel II, hija de Fernando
VII y futura reina de España fue casada con Francisco de Asís, viéndose relegado
al papel de cuñado de la reina tras casarse con la hermana de esta, Luisa
Fernanda.
Antonio María de Orleans, Duque de Monpensier |
Las ganas de hacerse con la jugosa corona le llevaron a intrigas políticas y a conspirar contra su real cuñada, y el duque se vio obligado a huir a Portugal después de que le pillaran financiando la Revolución Gloriosa. Sin embargo, la reina Isabel terminó siendo destronada y ahí es donde comienza esta historia.
Con la reina fuera de escena -y
del país- el papel protagonista en el trono español estaba ya casi en manos de
Antonio María de Orleans por razones de matrimonio, y sin duda sus aspiraciones
se hubiesen materializado si el duque hubiese dejado su honor y orgullo a un
lado.
Enrique de Borbón |
El 7 de Marzo de 1870, el primo y
enemigo visceral del Duque de Montpensier, Enrique de Borbón, escribió un
artículo en la publicación La Época contra su primo y sus artimañas para
hacerse con el trono. El duque debió dejarlo pasar, pero su enemistad venía de
lejos y no permitiría que su primo, quién además había declarado su apoyo a la
causa republicana, lo ultrajase públicamente.
Se decidió que el asunto se
solucionase al estilo de los caballeros de la época, con un duelo. Ambos fueron
llamados el 12 de marzo de 1870 en la Dehesa de Carabanchel, donde se
encontraba la escuela de tiro para los caballeros madrileños. Los padrinos de
ambos -los militares Fernandez de Cordoba, Solís y Alaminos para el duque, y
los republicanos Federico Rubio y Emigdio Santamaría para el infante Enrique-
acordaron las normas del duelo. Este sería a sangre y con una distancia de
nueve metros entre los implicados.
Las pistolas utilizadas en el duelo se exhiben en el Museo del Ejército de Madrid |
Comenzó disparando el duque, que
erró el tiro. No tuvo mejor suerte su primo al responder al disparo, pero se
había concretado que debía haber herida, así que el turno regresó al duque que,
en este segundo intento, impactó la bala en la frente del infante. Antonio
María de Orleans ganó el duelo, recuperó su honor y perdió cualquier
posibilidad de ser rey ahora que había derramado la sangre de un infante,
hermano del rey consorte Francisco de Asís y nieto de Carlos IV.
Como miembro del ejército, el
duque se tuvo que someter, además, a un consejo de guerra y fue condenado a un
mes de arresto al ser considerada la muerte del infante un acto accidental. Quiso
compensar al primogénito de Enrique de Borbón por la muerte de su padre con
treinta mil pesetas que el joven no las aceptó. El duque había firmado su destino
y, a final de año, Amadeo de Saboya fue proclamado rey de España con una
escandalosa ventaja de votos. Antonio María de Orleans se negó a reconocer al
nuevo rey y fue exiliado a las Baleares. Pero la venganza es un plato que se
sirve frío y se dice que el duque no perdonó a Juan Prim, con quien hacía tan
poco había conspirado para destronar a su cuñada Isabel, el haber hecho campaña
por Amadeo I y que fue él quien organizó el complot que llevaría al asesinato
del general a finales de ese mismo año.
Amadeo I |
El duque de Montpensier volvió a oler la
corona una vez más, en esta ocasión con motivo del matrimonio de su hija María
de las Mercedes con en ya rey Alfonso XII, pero cualquier poder dentro de la
corte desapareció cuando su hija murió pocos meses después de la boda por culpa
de una tuberculosis. Su padre no tardó en seguirla a la tumba dos años después
a causa de una apoplejía. Murió con sesenta y cinco años habiendo rozado el
trono y con el pecado de haberlo perdido al disparar su pistola esa mañana de
marzo en Carabanchel.
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