fotografía de Luís García (Zaqarbal) |
Seguramente muchos hemos
pasado cientos, si no miles, de veces por delante de la iglesia de
San Ginés. A tiro de piedra entre la Plaza de Sol y la de Ópera, en
plena calle Arenal, se levanta este edificio dedicado al mártir San
Ginés de Arlés.
Fue construida en el año
1640 utilizando los materiales del templo que se encontraba en el
mismo lugar hasta su derrumbe. En su interior podemos encontrar un
sinfín de tallas y cuadro de un valor inestimable, incluso las
cicatrices que la Guerra Civil dejó en su rostro, durante la cual
sirvió de cuartel a los Republicanos.
Pero no estamos hoy aquí
para hablar de su valor histórico, ni de los maestros literarios que
allí fueron bautizados, como Lope de Vega, o contrajeron matrimonio,
como Francisco de Quevedo. No, hoy queremos hablaros del cocodrilo
disecado que habitaba en su interior hasta hace unos años. Se dice
que fue Alonso de Montalbán, comisionado de los Reyes Católicos, el
cual durante un viaje por las Américas fueron atacados por un grupo
de cocodrilos. Consiguieron ponerse a salvo en la isla de Portobello
donde, al parecer, les atacó otro gran lagarto. Alonso se encomendó
a la Virgen de los Remedios para que los salvase y, casualidad o
milagro, un árbol se partió en dos matando al cocodrilo que
pretendía darse un festín con el aventurero.
Alonso de Montalbán
regresó a Madrid, donde mandó esculpir a la Virgen y colocar al
gran lagarto a sus pies.
Hace no mucho el
cocodrilo desapareció del templo, según dicen debido a que el
párroco se cansó de recibir más visitas a ver al reptil que las
movidas por la fe.
¿Alguno llegastéis a
ver el cocodrilo?
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