miércoles, 1 de mayo de 2013

CARTAS A LORRAINE (O LOS AMORES DEL 2 DE MAYO) II



Madrid a 28 de Abril de 1808

Mi tan amada Lorraine,

Ha pasado tanto desde que te mandé unas breves líneas escritas que mi alma se rompió en mil pedazos. No tengo disculpa, no intentaré buscarla, pero si pudieses llegar a imaginar lo que he pasado estas últimas semanas podrías, al menos, pensar el perdonarme.

¡Fui a Aranjuez! Como te dije me reuní con Quirós y José, ¡ay de mis viejos amigos! Como si les conociera José me esperaba bota de vino en mano, ya achispado, animándonos en nuestra aventura. Quirós en cambio mostraba un semblante gris, taciturno, no levantaba la mirada del suelo, como intentando no tropezar con sus propios pies. A ratos se agachaba a recoger guijarros del suelo que guardaba cauteloso en su bolsa, cuando le pregunté el por qué de sus actos solamente alcanzaba a responderme: Por Nosotros.

Llegamos a Aranjuez, Lorraine. En otro momento te hubieses enamorado de sus calles, casi tanto como yo lo estoy de ti. Pero aquel día las calles eran una masa humana que deambulaba de esquina a esquina. Nos unimos a ellos hasta ir a parar frente al palacio de Godoy. Cuando nos unimos a la turba yo no sabía bien si de verdad era Godoy quién se escondía tras aquellos muros, la gente gritaba, se agolpaba y conjuraba ideas de muerte y fuego. Quirós no hacía más que palpar su bolsa llena de piedras.

Hubo un momento en que una de las ventanas se abrió y de ella surgió una figura que quedó ensombrecida por la luz, intentó apaciguarnos con palabras. Cosa que al principio parecía estar consiguiendo, hasta que de algún sitio surgió un diminuto proyectil que impactó sobre la sombra que nos hablaba, al impacto respondieron gritos de jubilo, exaltaciones de la patria...y todo se volvió un caos. Quirós sonreía a mi lado con una segunda piedra lista en su mano. El animal humano que formábamos en aquel momento se impregnó de tal locura que poco puedo entender lo que pasó después: asaltamos el palacio, destruimos, quemamos, destrozamos, violamos todo lo que encontramos a nuestro paso. Dicen algunos que incluso, nuestro ahora rey Fernando, se encontraba entre las manos que intentó apresar a Godoy. Parecía que jamás conseguiríamos encontrarle hasta que salió a beber agua, en aquel momento fueron legión las manos que le rodearon.

Han pasado días y aún no consigo olvidar aquel momento. A mi vuelta a Madrid no encontré otra cosa mas que la pesadilla aún más grande. Vi a Fernando pasearse como nuevo rey desde Alcalá hasta el Palacio de Oriente, un rayo de esperanza. Una esperanza inocua, me hablan de Murat, que se niega a reconocer al nuevo rey, me dicen que le engañarán con falsas promesas, me hablan y mientras me cuentan sus tropas cubren nuestras calles.

Madrid está invadida. Madrid ha sido forzada a perder su virginidad.

Te escribiré pronto amada mía,

Ojalá recuperemos las calles en que nos conocimos,

siempre tuyo,

J.

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